24.12.05



El camino
es mejor


La posta era el puesto donde se cambiaban los fletes para seguir el viaje, tanto de los viajeros normales como de los primeros carteros, los chasquis. Esto sucedía cuando las distancias eran enormes y los medios escasos. Hoy los medios se multiplican y las distancias se acortan, pero el viaje sigue siendo duro. En el lenguaje coloquial, “tener la posta” es saber la relación justa de los hechos, de la mejor fuente. Saber de qué viene la cosa, y de qué va. Un poco de cada una de estas definiciones intentará identificar a esta publicación.

La idea es reflejar las actividades que se agrupan bajo el ambiguo mote de “periodismo”, pero tratando de no restringir su área a publicitar, a reseñar los eventos y mostrar a los personajes de nuestra ciudad, sino también a analizar, investigar e historiar las diferentes manifestaciones del devenir político, de los medios y de la sociedad...

En un paisaje cada vez más global, lo que sucede en nuestra aldea no se entiende sino lo relacionamos con lo que está pasando en esa aldea un tanto más extensa pero no por eso menos cercana, el mundo. En esta tarea no queremos estar solos, y es por eso que destinaremos un espacio para la colaboración de los verdaderos hacedores de esta historia, la gente de Zárate.


Sabemos que la meta es ambiciosa, y que el camino del periodismo es arduo y sinuoso. También sabemos que el camino será tanto más difícil cuanto menos seamos los viajeros. Si tienen el caballo cansado, los invitamos a cambiarlo con nosotros, o tan sólo refrescarlo con un poco de agua limpia para poder seguir. Esta es la propuesta, la posta. Para saber lo que pasa, y por qué pasa. Sin olvidar que puede haber caminos sin meta, pero no metas sin camino. Bienvenidos.

Pablo Milanesi

(Texto aparecido en la primera edición de LA POSTA,
primer mensuario de investigación periodística de la ciudad de Zárate, provincia de Buenos Aires,
el 1º de julio de 1998)




Symns, la entrevista




Entrevista a Enrique Symns, el señor de los venenos

“Solo admiré a Maradona cuando tiroteó a los periodistas y criticó al Papa”



Fue uno de los periodistas emblemáticos de los años 80 en nuestro país. Fundó la revista Cerdos & Peces, la cerró y la reabrió en otras ocasiones; la última, hace menos de dos años. Se codeó a ultranza con Los Redonditos de Ricota y se peleó; estuvo con los Bersuit Vergarabat y Los Piojos pero, dice, lo olvidaron. Viajó por el mundo, fue adolescente a punta de pistola y traficó estupefacientes. Se quedó sin trabajo, cayó en la pobreza y ahora intenta levantarse. En un bar de Parque Lezama contó anécdotas de su vida y habló de aquellos que lo dejaron en el camino y de quienes lo ayudaron. Lejos de las drogas pero necesitado de alcohol, fueron dos horas de charla para intentar –solo intentar- conocer a uno de los tipos que le dio una vuelta de tuerca al periodismo argentino.

por A. H. D.


Pasadas las cinco de la tarde, Enrique Symns ya ha tomado uno de los whiskies que lo acompañarán durante parte de la jornada. Se encuentra en el bar Británico, frente al Parque Lezama, en una mesa ubicada en el centro del salón. Está solo y me espera. Fumando.
A esa hora el lugar es el mismo mundo de gente que se ve durante cualquier momento del día. Por sus mesas desfilarán, me cuenta el propio Symns, perdedores y ganadores compuestos por peruanos malos, ladrones de poca monta, chicos y chicas que no pasan de los 13 años pero que ya saben lo que es hacer la calle, travestis, parejas de ancianos jubilados que dejan pasar la vida con un te de por medio o un café con leche, hombres que se juntan con alguna trampa que lleva pollerita y otros que generan negocios limpios, turbios o sucios
Enrique Symns, periodista legendario de la Argentina de los 80, uno de los pocos tipos que vivió lo que luego escribió, está –otra vez- resurgiendo de la pobreza y el olvido. Sin trabajo en la gráfica, como a él le gusta, escribe sus libros que luego venderá al pasar, en las calles, y sueña con lanzar, como hace poco, otra vez Cerdos & Peces, la legendaria revista under de la seguna mitad de los 80. Atrás ha quedado su pasado con algo de gloria y mucho de utopía, cuando trabajaba en Clarín y la vida era otra cosa solo porque los sueños todavía daban tiempo para concretarse. Pero ahora que no lo llaman de Clarín ni de ningún medio importante porque –dice- está en contra de ese sistema que califica de perverso, tiene planeado irse un tiempo a El Bolsón, donde va a escribir otro libro.
En la mesa de este bar, después de mirar el último número de La Posta en el que se anuncian los quilombos de Zárate que a él ni le deben importar y está la foto de la espectacular Carla Conte, hay un libro que se titula “El señor de los venenos”. Es su autobiografía; la misma que le hará decir, bastantes veces, que
“si querés conocer mi vida, tenés que comprarme el libro”.

-Ya se lo voy a comprar, Enrique. Pero antes, ¿podemos hablar?
-Si, ¿qué querés saber?

-Lo que usted me quiera contar. Lo escucho.
-Cuando empecé en el periodismo me llamaban todos, pero ahora no me llama nadie. Antes me llamaba Clarín, pasé por Sur, por Eroticón, Satiricón. Pero cuando saqué Cerdos & Peces me radicalicé ante ciertas posturas como la marginalidad, el delito… siempre fui un crítico del periodismo que está al lado de la ley, de la policía, de los jueces, de los psiquiatras; el periodismo que tiene la misma visión del mundo que un penalista, un juez o un cura. Que se pone al lado de la iglesia, de la burguesía, de la monogamia. No por nada se llama cuarto poder en todos los países que yo conozco. Excepto en los países bajos, donde hay más libertad. Así me gané grandes enemigos: La Nación y Clarín no me volvieron a llamar. Cada tanto intento sacar Cerdos & Peces pero fracaso. Siempre fracaso. La última vez los inversores fueron trotskistas, pero me dejaron en la calle. Así que ahora no tengo proyectos periodísticos, que es lo que más me gusta. Ahora me dedico a la literatura.

Qué sensación, yo me voy a El Bolsón

-¿Escribe en su casa?
-Es interesante tu pregunta: no tengo casa. Ahora viene un amigo de Europa y me va a bancar todo el verano una casa en El Bolsón. Me obligo a escribir cinco páginas por día. Y si hoy no escribí las cinco, mañana escribo diez. Es la primera vez que tengo un sistema de disciplina. Antes solo escribía cuando estaba en estados alterados, bajo los efectos de la droga. Pero estoy buscando socios capitalistas para sacar un número especial de Cerdos & Peces, de 200 páginas.

-¿No tiene amigos que lo ayuden?
-Los artistas, intelectuales, roqueros, crearon una especie de salón vip en el que instalaron una misma versión de todo. Yo ya no recibo ni apoyo de ex compañeros de camino, compañeros con los que soñamos juntos. Y ojo que unos cuantos de ellos ganaron mucho dinero. Pero no me quejo.

-Aunque le duele.
-El dolor genera resentimiento y el resentimiento te anula el cerebro. Cuando te pasa algo malo te quedan dos cosas: llorás y te deprimís, o te enfurecés. Por ejemplo, lo que me hizo el Indio Solari me dolió más a mí que a él.

-¿Y la Negra Poli?
-La Negra Poli siempre fue una canalla, una persona a la que no le interesa nada. Una persona dañada por la vida, que nunca pudo superar su infancia y adolescencia. Y Skay (Bellinson) es hijo de millonarios, de los dueños de Salta. Renunció a ese mundo de millonarios, pero igual no le va a faltar nada. El Indio Solari nunca ocultó que le gusta el dinero. Pero la Negra es la peor de los tres. No quiero seguir hablando de ellos.

-Hábleme de los 70, entonces.
-
Surgí en un movimiento cultural de los 70, justo cuando en España moría Franco. Toda la libertad y la inteligencia de los españoles la traje para acá.

-Nosotros nos burlamos de los españoles pero ellos demostraron ser más inteligentes.
-Los argentinos siempre nos creímos superiores. Hasta nos sentimos mejores que los brasileños y ellos son más felices que nosotros. Un negro que come un kilo de arroz por mes y canta y coge no necesita más que eso y está feliz. Y además están los intelectuales, que son los seres más desalmados que existen, son la peste del país. Este es un país con una enorme cualidad fascista, con fanatización y discriminación.

-¿Siempre fuma tanto, Enrique?
-Fumo sólo durante las entrevistas y mientras escribo o hago shows. Y ahora sigo haciendo monólogos, con muchos invitados, como Willy Croock, Gillespie y otros amigos subiendo a los escenarios. Hace tiempo que no me sentía bien. Esto no es un reconocimiento, es estar con amigos, con amigos míos. De los famosos, mi mejor amigo es Iván Noble.

-¿Buen tipo?
-No sé, solo somos amigos. Ahora soy más amigo de Julieta Ortega ( la actriz y esposa del cantante).

-Mientras espera irse a El Bolsón, ¿dónde vive?
-Ahora estoy viviendo con mi hermana, pero solo unos días. Fallecieron mis padres hace poco. Estuve en un extremo grado de pobreza. Extremo. No soy pobre porque vengo de una clase media, pero hace unos años –cuando llegué de Chile- no tenía ni para el colectivo ni para comer. Pero a través de las notas empecé a reclamar a ver si pasaba algo para salir de este estado. A nadie le hace bien la pobreza. Cuando tenés hambre no te quedan ni ganas de salir de la cama. Y todo esto me ayudó a descubrir que los artistas son frívolos, gente que vive en lujo. Por ejemplo, (Andrés) Calamaro viaja en aviones propios y no de línea; el Indio Solari vive en una mansión rodeado por cámaras y perros. Unos empiezan de un lado y terminan trabajando en el otro. Como Daniel Araoz, que ahora trabaja descaradamente para el kirchnerismo. Y no porque sea Kirchner, sino que me refiero a la postura de estar al lado del poder. Pero esos no son artistas. Lo que admiro todavía del Indio Solari es que no transó algunas cosas: no va a la televisión, no estuvo en ese circo que fue lo de Maradona, en esa mezcla del deporte con el arte: Maradona con Los Piojos, Tinelli y Mirta Legrand.

Antes de que se vaya al baño

-¿Qué piensa cuando dicen que Maradona es Dios?
-Maradona no terminó su vida. Creo que va a volver a la droga: esa es mi impresión. Un amigo mío que viajó en ese tren blanco de la Cumbre (de las Américas, en Mar del Plata, a comienzos de noviembre pasado), que fue una vergüenza, dice que lo vio triste, que no puede parar. Si para… Yo lo admiré cuando tiroteó a los periodistas, cuando criticó al Papa, pero es un hombre que está desesperado, acorralado.

-¿Qué es la tristeza para usted?
-La tristeza es el sentimiento más sabio, más animal, que tiene el cuerpo para manifestar lo que te pasa. No es como la depresión, un estado alterado. Es algo que te lleva a pesar de vos mismo. Te va diciendo cuándo te morís.

-¿Cómo ve hoy a sus compañeros de ruta de aquellos años de tanto furor?
-Hoy veo gente que está jubilada de sus ansias, casada, viviendo con su familia, retiradas en sus casas. Hay una desguionización irreflexiva de la vida. Muchos dejaron de ser drogones, promiscuos, pendencieros. Se escondieron en sus hogares y dejaron de ser lo que eran. Se convirtieron en lo que no querían ser. Había un filósofo que decía que cuando un hombre se proyecta en un sueño y no lo logra se termina convirtiendo en aquello que no quería ser, en lo contrario.

-¿Y qué pasó con usted?

-Mi vida está escrita en mi novela (El señor de los venenos). A mi padre lo conocí a los 8 años. Yo vivía con una tía. Nunca fui a la escuela, ni al primario. Recuerdo una casa en Monte Grande enorme, en la que había animales. Creía que era feliz, hasta que conocí el mundo cuando empecé a escaparme y a tener aventuras extrañas. Me hice delincuente juvenil. Tenés que comprar mi novela. Ahí está todo. Robábamos cosas que la gente se olvidaba y otras más. Era una época ingenua, no como ahora. Pero después conseguimos un revólver y salimos a robar a mano armada, hasta que nos agarraron. Seguí siendo delincuente, trafiqué drogas, continué robando y aprendí en la cárcel a cometer delitos sin armas. Cuando aprendí a escribir me di cuenta de que lo hacía bien. Era algo de nacimiento. Estaba en Pan Caliente y me llamaron de Clarín. Uno sabía que era bueno, aunque no había ido a la escuela ni nada.

-¿Lamenta no haber ido al colegio?
-En el colegio te enseñan cómo entrar en el mundo, cómo relacionarte, cómo ser civilizado.

-¿Cómo se llevaba con las mujeres?
-Era pésimo con ellas. Tardé mucho en aprender el mecanismo; el mecanismo sexual. Yo tenía todas las conductas que asustaban a la gente. Además no podía coger, porque creía que no sabía hacerlo. Tardé mucho. Nunca fui una persona normal, nunca tuve un sexo normal. Las veces que lo quise hacer, fracasé. Los mandatos del capitalismo son que te tenés que casar, estudiar. Pero eso yo lo detestaba. La vez que vivía con mujeres sentía que me aburría un montón. Lo mismo que trabajar, algo que arrastro hasta ahora. Hoy ya no robaría, no vendería drogas ni nada. Me hice periodista, me fue bien y después volví a caer.

-Bukowski dijo una vez que para conocer el mundo había que estar entre los presos, los enfermos de hospital y las prostitutas.
-Si querés saber cómo es el mundo tenés que andar entre los presos, con los peruanos malos, con las putas violadas de manera terrible cuando eran niñas… esa gente es el mundo. Después viene la clase media, que lo único que quiere es atesorar bienes y le importa muy poco de los demás. Y hay periodistas que hablan de esos temas pero no se sientan en un bar con una puta a conversar, sino que la miran un rato como si la estuvieran explorando. Si querés saber de drogas, hablá con drogadictos y no con los que saben de drogas. Si querés saber de delincuentes, hablá con el que roba y no con los policías. Esos periodistas que van a las comisarías con grabadores y esas cosas…

-No le molesta mi grabador, ¿no?
-No, para nada. (Jorge) Lanata dice que no hay que usarlo pero está equivocado. Hay que usarlo porque te guarda la voz del otro. Si no le ponés sólo tu vos ¿Me aguantás que voy al baño? Apagálo.

Después del baño

-La esclavitud se trasladó al reloj, a los obreros. Tenemos libertad sin solidaridad. Ahora el desafío es saber si es posible generar en un ser tan nefasto como el ser humano algo bueno, que los seres sean generosos o solidarios, compasivos. Y que cuando una persona coja sienta más placer por hacer feliz al otro que por el placer propio. Acá pasan los chicos muy pequeños que chupan p… por ahí o chicas jóvenes que ejercen la prostitución. Ellos me conocen y me quieren porque soy su amigo y nunca me abusé: soy una persona que los escucha. No los ayudé más que en eso.

-¿Le gustan las prostitutas?
-Me encantan. Pero acostarse con ellas es siempre una violación. Cuando alguien se acuesta con otra persona que no lo desea la está violando. Y las prostitutas nunca te desean.

-…
-Una vez me enamoré de una prostituta. Había tenido una vida terrible, dolorosa. Solo gozaba si vos gozabas. El padre la violaba desde los ocho años, todos los días. Después, en Brasil, la violaron dos negros. Y más tarde la agarró un tipo y la hizo puta. Luego la agarró un policía y la violó. A esas vidas las sigue un destino trágico. En la villa 16 le mataron a un hijo, de dos tiros en la espalda, el año pasado. Se hizo malo, nació así, hijo de uno de los brasileños que la violó. Se metió en la villa con la moto y unos matones le metieron cuatro balazos y le robaron la moto. Pobrecito. Esa es una vida de dolor. Yo me enamoré de ella. Yo me tendría que haber casado con ella. Mirá lo que te estoy contando… Enamorarse es sufrir.

-¿Qué es el cariño para usted?
-Yo le tenía miedo al cariño. A mí no me tocó nadie de chico. Yo tenía 14 o 15 años y una vez mi hermana me acarició en el brazo y salté, como asustado. Hay dos clases de niños: los que nacen en jardín, como Charly García, (Luis Alberto) Spinetta, gente que no conoció el sufrimiento de la calle y por lo tanto vive aislada. Y después están los que les tocó todo eso.

-A quienes conoce bastante.
-A los 13 o 14 años ya andaba en la calle y ahí aprendí la compasión. Me gustaba escuchar las historias de la gente que le fue mal en la vida. Conozco gente mala, como ese que violó a la mujer y a la hija, esa es gente mala, muy mala (por el reciente caso del violador de Núñez). Pero en el fondo de su niñez, en sus vidas siempre les pasó algo muy malo. En las villas veo mucha gente pasiva, que se queda en la casa mientras sus mujeres salen a limpiar y sus hijos por ahí a robar. Ya está, ya tenés, ¿no?

-¿Podemos seguir un rato más?
-Si no vas a publicar todo esto.

-Pero me interesa.
-Bueno.

Seguimos la nota después de terminarla (por primera vez)

-¿Me cuenta sobre esa prostituta de la que me decía que se enamoró?
-Ya es grande. Eso fue hace muchos años. Voy a escribir mi tercer novela que se va a llamar “Big bad city”. Y voy a contar la historia de ella. Yo voy a ser su voz. Quiero que me cuente con detalles todo lo que le pasó. Cómo fue que siendo tan hermosa le ocurrió todo eso. Creo en lo que dice Tom Lupo: algunos nacen bestias y terminan siendo hombres. Y otros, ni siquiera eso. Yo realmente estaba enamorado de ella, pero no me bancaba su oficio tampoco. Ser su ocho cuarenta, como se le decía en la antigüedad. Pero ella no quería dejar su trabajo: cobraba caro, ganaba bien. Hay dos clases de prostitutas, aunque ahora hay una tercera, que son las chicas que llegan por el paco (por la denominada droga de los pobres), a las que no les importa nada. Pero hay dos clases. Las de abajo, que es mentira que llegan a eso porque les gusta. Y están las de clase alta, que de alguna manera les gusta, porque se acuestan con jueces y todo eso; les gusta, son como perversas. Pero si toman drogas se pierden. Pero las más humildes tienen un destino trágico.

-¿Qué opina de aquella idea que dice que si una mujer se hace prostituta es porque quiere?
-Es mentira que una mujer pobre sea puta porque le gusta. Generalmente las agarra un tipo que las usa. Por ejemplo, a esa mujer que te comentaba una vez la agarró el portero, antes de que sea puta, y la violó en una escalera mientras ella limpiaba, porque se dedicaba a la limpieza.

-…
-Las putas lo que más quieren hacer es chupar la p… porque es lo que menos desgaste les provoca. Y además lo hacen porque los hombres están mal chupados: sus esposas y novias no les hacen lo que las protistutas, que se la toman... El problema es el hombre. El hombre es una desgracia. Freud decía que el encuentro entre el hombre y la mujer es imposible porque el hombre busca en la mujer a su madre y la mujer en el hombre, a Dios. El hombre es un miserable, un ser precario.

-¿Las mujeres son víctimas de los hombres?
-Después está la sexualidad, que es otro tema. En occidente está… ¿Carlitos, me traés otro whiskie? ¿Cómo se inician las nenas? Las chicas se sienten violadas cuando se acuestan con su novio por primera vez. Se las cogen mal. El hombre por lo general empieza con putas, aunque ahora muchos lo hacen con travestis. Pero en mi época era peor. Carlitos…

-¿Qué recuerda de los años 70 y 80?
-Fueron buenos años. Yo desperté en los 70, en un tiempo en el que el mundo no estaba perfilado. Los jóvenes se venían de los Estados Unidos pensando en salir a los caminos, y convivíamos, compartiendo, haciendo reuniones. Era reaccionar ante una vida que nos había resultado completamente insatisfactoria. La droga lisérgica nos ayudó muchísimo. Nos sacaron de encima la educación de padres frustrados, que habían vivido mal entre ellos. Y después esa búsqueda se terminó, fracasó, y todos nos desperdigamos. Y los 80 fueron años de otras drogas. Aunque las drogas llegaron al país mucho antes, en la época de (Osvaldo) Pugliese. En los 80 todos los periodistas, los roqueros, tomaban drogas. Era una forma de vivir. Mucha gente transgredió las normas de la fidelidad, de la convivencia establecida. La cocaína ayudó mucho a todo eso. Te hablo de los últimos años de la dictadura y primeros de la democracia. Los parques eran nuestros hasta que el Estado se los llevó. Un artista y un funcionario no se pueden juntar nunca. ¿Te acordás de la Secretaría del Rock? Y el menemismo nos menemizó a todos. Ya está, ¿no?
-Hablemos un cachito más, por favor.

Fito y Polosecki, un solo corazón

-Siempre habla bien de Fito Páez
-Fito Páez es una muy buena persona.

-¿No se puso en el papel de divo él?
-No sé si se engrupió, pero es una buena persona. Conmigo se portó muy bien. Una vez me mandó cinco mil dólares para ayudarme, me los gasté en el hipódromo y me mandó otros cinco mil. Después me ofreció hacer su libro, para ayudarme, supongo. Nadie en el rock se porta como él. Y Charly (García) me decía, “cuando tengas plata, andá con los pantalones rotos”. ¡Mirá lo que me decía!

-Usted hizo un periodismo similar al de Polosecki. Después aparecieron los Juan Castro y otros y los copiaron y encima se llevaron el éxito.
-Polosecki compartió conmigo, en Sur, espacios de trabajo. En ese entonces no lo admiraba: solo me parecía una linda persona. Hasta que un día ví un programa suyo y me pareció un sueño.

-“El otro lado” se llamaba.
-Esto no es televisión argentina, dije. No hay un estilo Polosecki que se pueda imitar. Era él. Nadie lo puede copiar. Y bueno, después me pareció terrible su muerte. Nunca la pude comprender. Hablé con sus amigos, quise investigar el tema, pero ya está. No existe el periodismo como el que hacía él. Se puede copiar Cerdos & Peces, pero no ese periodismo. Era único, excepcional. Como Batato Barea, que era un actor único. Era excepcional. Y no era actor: era un ser humano desnudo. Averigüé cosas raras de Polosecki, como lo de la secta. Pero me pareció raro que se suicidara en una de sus notas. Creo que se mató en la misma curva en la que había entrevistado a un maquinista de tren. Dicen que en sus últimos tiempos ya estaba loco, que una vez lo llamaron para la televisión y llegó vestido de pescador. Es una vida que habría que reconstruir. Bueno, ya estamos, ¿no? Gracias, Carlitos.

Dice mientras mira al mozo que se acerca a la mesa. Y vuelve a beber de su vaso de whiskie. Ya son las siete de la tarde.

Fin