21.7.06

La yegua de la calesita


Es más --te digo más-- cuando me veo pasar por el mismo poste de luz me doy cuenta. ¿Cómo no darme cuenta? No estoy sobre el caballo de la calesita. Soy el caballo de la calesita. Los ojos de madera pintados, perdidos, perturbados. Mis relinchos, el eco de la maquinaria mal aceitada del tiovivo. Dante es el viejito que vende las entradas. Virgilio, el encargado de la sortija, no llega. Giro en vano. Yegua desbocada. Porque él insiste en hablar a destiempo. Cuando mis engranajes chirrían y no puedo entender lo que intenta decirme. Soy sólo una boca de madera abierta, su mueca. Cola y crines talladas en la ondulación del viento. O la pupila negra descascarada que mira como pasa el poste una y otra vez.

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